Nos quitan hasta la esperanza y se lo dejamos,
nos encanta eso de sentirnos y de ser.
Jamás creí que sería una de ellas.
Nos quitan el deseo y el anhelo de todo lo
que quisimos.
Nos hacen absolutamente nada,
nos damos cuenta tarde de lo que no hacen.
El tiempo es de ellos y ellos son amos,
nosotras esos bellos anhelos ajenos por poseer.
Un buen día lo logran y listo.
La historia termina
cuando empieza, porque no hay historia.
Nosotros no hacemos historia
porque no somos conscientes de la misma.
Nos pasa y listo.
Somos muy: «nos pasa y listo».
Admiro a los conscientes, bien por ellos.
Jamás pensé que sería la última
en tu lista.
Todos somos esa cornisa del otro,
somos esa que reza en la falda ajena.
Ese dedo acusador,
ese mal remedio.
Todos somos lo último
de otro y no existe la autoestima.
Solo el dolor de la gran mayoría y
los que saben conocer la suerte
derrochan soberbia sobre sus hombros.
Si no conocen el calor del hielo
eso que quema en el frío,
eso que manda en la herida;
jamás sabrán que se siente
el darlo todo.
Y solo quedarse
con un último suspiro.
Así simple
suspiro que nada vale.